La recuperación de lesiones es un campo en constante evolución, y con muchas posibilidades de desarrollo todavía. Quizás uno de los apartados más olvidados es el de la nutrición. Así que si sufrimos una lesión debemos cambiar el enfoque nutricional, nuestra dieta deberá ir orientada a “alimentar” el proceso de recuperación.
Elimina los productos pro inflamatorios. Cuanto más grave es la lesión, más estricta debe ser esta norma, debemos evitar alimentos con azúcares refinados, pan blanco, bollería, comida rápida, carnes procesadas y comidas con un contenido elevado en grasas saturadas y grasas trans.
Elimina el alcohol. Mientras estamos en este proceso de lesión, el alcohol favorece la deshidratación de nuestro cuerpo y ralentiza drásticamente la recuperación.
Consume proteínas, reduciendo carnes procesadas y aumentando las legumbres, huevos y proteínas de origen vegetal.
Aumenta el consumo de grasas antinflamatorias, como los ácidos grasos mono insaturados y poliinsaturados, presentes en alimentos como el aceite de oliva, el aguacate, frutos rojos y pescado como el salmón o las sardinas.
Come una variedad amplia de frutas y verduras, esto ayudará a que el aporte de nutrientes como vitaminas, mineral y antioxidantes es más fuerte y favorecerá la recuperación.
No restrinjas el consumo de carbohidratos, aunque no vas a necesitar tantos como cuando entrenas, debes asegurar una base energética que te apoye para la recuperación.
La recuperación de lesiones es multifactorial, ya que son varios los elementos implicados. Por lo tanto, debemos enfocar el proceso desde varios aspectos como: mantener una actitud optimista, no elimines por completo la actividad física y sigue trabajando la fuerza.